Soy un gran aficionado a la música de los videojuegos.
Pienso que estas composiciones pueden alcanzar el nivel de otras de medios más reconocidos como el cine; es más, esto ocurre en bastantes ocasiones. Además, algunas veces llegan a obtener tanta fama y calidad que traspasan las barreras del mundo videojueguil. Aquí dos ejemplos:
Final Fantasy VI en la Semana Santa de Linares
Una gimnasta utiliza el tema principal de la saga Zelda durante su actuación en Londres 2012
Algunos
nombres de los responsables de que las bandas sonoras de los videojuegos hayan
alcanzado tan excelsa calidad son Nobuo Uematsu o Koji Kondo (respectivamente,
los compositores de los temas que acabo de poner). Pero en este artículo me
centraré en la figura de uno de mis favoritos: Akira Yamaoka, el culpable de
ponernos los pelos de punta a la vez que emocionarnos con sus temas para la
saga Silent Hill. Y ahora pediré,
a quien esté leyendo esto, que escuche las canciones que voy a poner, ya
que todas y cada una de ellas son
temazos dignos de ser oídos, aunque luego te gusten más o menos.
Akira Yamaoka empezó su carrera de compositor en el
seno de Konami. Allí trabajó para diversos títulos “menores” de esta compañía,
como Sparkster o Poy Poy. Sin embargo, su gran oportunidad para brillar se presentó
con el desarrollo del primer juego de la saga de terror de Konami, Silent Hill, que se creó en 1999, en la época en la que el survival horror se encontraba en auge debido al éxito de los Resident Evil.
Estaba claro que los jugadores tenían ganas de pasarlo mal, y en plena vorágine de terror, la
saga Silent Hill se elevó por encima del resto y triunfó. Sus armas eran un
modo de juego pausado y tranquilo donde primaban la exploración y la
resolución de puzles, una historia muy profunda y abstracta, y sobre todo, su
ambientación. Qué ambientación… Solo
diré que este juego de hace 15 años te hará pasar más miedo con sus
prehistóricos polígonos que prácticamente todos los juegos actuales con sus
graficazos.
Una de las claves con las que se consiguió esta terrorífica
ambientación fue la música de Akira Yamaoka. Y es que nadie me discutirá que
ayudó bastante a meternos el miedo en el cuerpo con esos chirridos agudos,
fuertes golpes, interferencias de radios… Una música (o sonidos infernales, más
bien) digna de protagonizar nuestras pesadillas. Para muestra, esta
"canción":
No
obstante, Yamaoka también hizo para canciones "normales"
de una suprema calidad en las que la protagonista absoluta era la guitarra eléctrica.
Entre ellas, el tema “She” (una canción que ha sido algo olvidada) y el tema
principal de esta entrega, que toma su nombre del pueblo maldito (cabe apuntar
el interesante toque que las mandolinas le dan a la canción).
Y para
terminar de hablar del primer Silent Hill, pondré “Tears of Blood”, que suena
en uno de los momentos más impactantes que he vivido en videojuego alguno.
Silent
Hill levantaba pasiones en la primera Play Station, por lo
que la secuela no tardó en llegar. De esta manera, en 2001 tuvimos Silent Hill
2, el pico de calidad más alto que ha alcanzado la saga. En este juego, la
historia se volvía más abstracta que nunca y los personajes alcanzaban una
profundidad psicológica inimaginable. Podría dedicar la entrada entera a alabar
y recomendar este juego, pero toca hablar de la música. Y es que en este
título, Akira Yamaoka demostró que su excelente trabajo anterior no fue fruto
de la suerte y que lo mejor estaba por llegar. La prueba: el "Tema de
Laura", la canción más famosa de la serie y la favorita de Yamaoka. Otra
canción muy reseñable de la segunda entrega es "Promise", un tema en el
que la guitarra eléctrica saca a relucir su mejor cara.
La saga
seguía su rumbo imparable, y muy pronto llegó la tercera entrega, que retomaba
la historia del 1. Jugablemente, Silent Hill 3 apenas traía novedades. En
cambio, sí las traía en el ámbito de la música: una novedad llamada "Mary
Elizabeth McGlynn" que marcó la serie a partir de esta entrega. Esta mujer
pasaría a ser la musa de Yamaoka, ya que sería la voz de casi todas sus
canciones.
A
partir de Silent Hill 3 las canciones
vocales tomaron un gran protagonismo en la saga. No obstante, esta empezaría a
perder fama y calidad tras la tercera entrega. Así, después llegaron el extraño Silent Hill 4, el poco ambicioso Silent Hill
Origins, el mal acogido Silent Hill 5
(Oficialmente, Silent Hill: Homecoming), y el rompedor Silent Hill: Shattered Memories.
En 2012 se publicó el último Silent Hill
principal, Downpour, que ya no contó
con Yamaoka en el rol de compositor.
Me he
enrollado demasiado con la historia de la saga en vez de con su música, pero lo
creía necesario para contextualizar la situación. A partir de aquí, me limitaré
a poner temas de los juegos que he nombrado. Repito que recomiendo
encarecidamente escucharlos.
Retomo Silent Hill 3 para destacar las
canciones Hometown, cantada por Joe
Romersa (y no por Mary Elizabeth McGlynn como casi todas) y I Want Love.
Silent Hill 4 es la entrega con las
mejores cantadas, y pondría las cinco con las que cuenta, pero para no saturar
demasiado solo pondré Room of Angel (mi
canción favorita de la saga) y Tender
Sugar, que cuenta con un solo de guitarra flipante.
Los
siguientes Silent Hill, Origins, Homecoming y Shattered Memories
tienen unas canciones muy buenas, pero no son tan espectaculares como las de
los anteriores. Por eso, pondré una sola canción de cada uno de ellos: Shot Down in Flames, One More Soul to the Call, y Hell Frozen Rain, respectivamente. Aún
así, recomiendo escuchar el resto de canciones (cuatro por juego).
Tras este torrente de canciones, va siendo hora de finalizar esta entrada. Antes diré que el genio protagonista de ella da numerosos conciertos (como el que tocó en Úbeda el año pasado y al que tuve el placer de asistir) y publica bastantes discos de remezclas y recopilaciones de la banda sonora de la saga Silent Hill. Esto es una clara muestra del éxito que han tenido.
Yamaoka no participa ya en la serie Silent Hill, aunque todos los fans (yo incluido) deseamos que algún día vuelva a ella. Al menos, este compositor sigue en activo, por lo que parece que todavía podremos disfrutar de muchas más de sus composiciones.